Las franquicias, junto con la proximidad y el precio, son los tres factores que, combinados, conforman la columna vertebral del modelo de éxito de Grupo DIA, según cuenta la empresa en su memoria anual. El factor franquicia, nacido en 1989 y cuestionado en los tribunales por varios de sus exfranquiciados, podría hacer peligrar la continuidad el grupo. De las 7.409 tiendas que DIA tenía en todo el mundo al final de junio de 2018, 3.777 eran franquiciadas; es decir, el 51% de sus establecimientos son franquicias, un porcentaje que está aumentando en todos los países en que está presente el grupo, tanto en las tiendas DIA como Clarel, los establecimiento de salud y belleza del grupo. En cambio, los 272 establecimientos de La Plaza de DIA en España, el antiguo El Árbol, son todos establecimientos que pertenecen directamente a la propia empresa.
Actualmente “existen en España 10 litigios abiertos contra DIA relacionados con las franquicias, de las que la compañía ha ganado tres en primera instancia. Por otro lado DIA, ha iniciado 15 litigios contra exfranquiciados a los que se les reclama 1,7 millones de euros”, afirma la propia compañía. Contemplando el número de franquicias, DIA, que afirma ser la primera empresa franquiciadora en España y la tercera del sector en Europa, defiende que ”el nivel de litigiosidad es extremadamente bajo”. La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) archivó en 2014 una denuncia de exfranquiciados contra DIA.
Pero DIA sí tiene al menos un juicio perdido contra una exfranquiciada en España. Según publicó Economía Digital, un juez condenó a la compañía por incumplir “gravemente sus obligaciones contractuales» al suministrar a una franquiciada de Lleida «mercancías con múltiples deficiencias, con un estrecho margen de caducidad que impedía la salida de las mismas», que recibía producto “inservible y no apto para el consumo». Tras pedirle una valoración de la noticia, el portavoz de DIA decidió no “valorar las distintas informaciones que se publican sobre la compañía prácticamente todos los días”.
Fue presentada una demanda colectiva en Vic (Barcelona) en 2016 en nombre de 25 exfranquiciados después de que la Audiencia Nacional rechazase en dos ocasiones abrir una investigación. “El juzgado de Vic concluyó que no había argumentos jurídicos para sostener la investigación de los hechos denunciados y remitió a cada uno de los querellantes a sus respectivos juzgados en función de la provincia”, defiende DIA.
DIA insiste en que “la litigiosidad de los franquiciados en nuestra compañía es inferior al 1% del total que tenemos. Las cifras de litigiosidad de cualquier otro negocio en este y otros sectores son mucho más altas. Es por ello que no nos gusta que se generalice sobre un problema que, es inferior al 1% de nuestro modelo de negocio y sobre el que, además, solo hemos recibido sentencias favorables hasta el momento en los juzgados”. Los 25 exfranquiciados de la causa judicial de Vic adeudan a DIA 925.000 euros, alega la empresa del IBEX 35. “Algunos ya han sido condenados en sentencia en firme a favor de DIA por valor de 600.000 euros. Por si esto fuera poco, 8 de los 25 querellantes ya firmaron en su día acuerdo de resolución y liquidación con DIA”, añaden desde la multinacional.
Uno de los procedimientos contra DIA que siguen adelante es la querella presentada en los juzgados de Martorell (Barcelona). La causa ha sido admitida a trámite y se ha practicado diligencias por seis delitos: falsedad documental, estafa, apropiación indebida, delito informático, coacciones y delito contra el mercado.
El bulto medio
Otra mala práctica que achacan a DIA todos los exfranquiciados contactados es la del bulto medio consistente, según los exfranquiciados, en que por cada artículo en mal estado que devuelven a la central no le devuelven su valor sino el precio medio de todos los “bultos” que reciben. El valor que se devuelve es el 0,4%. del valor total de los productos que han llegado. Por ejemplo, en un camión de 5.000 euros son 20 euros, pero si se rompe un palé de champán o algún otro bien cuyo valor es superior a 20 euros pierden dinero, siempre según estas fuentes, que también afirman que son esos tipos de productos y no otros baratos los que llegan en mal estado.
Otra práctica de DIA, según los exfranquiciados, es sustituir en los camiones que les proveen un producto caro por otro barato. Otro ejemplo, rollos de papel higiénico por una caja de whisky. A la de contar los bultos, a los franquiciados le salen el número que habían pedido pero recibían un producto que valía menos de lo que habían pagado a DIA, explican los entrevistados.
La causa de Martorell no es la única abierta. En la provincia de Málaga la abogada Paola Martínez Ledesma representa a una exfranquiciada. La letrada ha iniciado un procedimiento mercantil “para que no le pueda reclamar ninguna deuda a esta familia y planteo una querella criminal por estafa y falsedad documental”. En opinión de la abogada, DIA busca un perfil de potencial franquiciado: trabajadores de la compañía con baja preparación académica a los que les ofrecen una franquicia para el desarrollo de una nueva tienda.
“Cuando comienza la actividad es cuando empieza la realidad de la operación porque empiezan a meterles una serie de royalties. Le obligan a comprar todo en DIA y le van cortando todo el margen de beneficio, los ahorcan y los dejan sin ningún tipo de beneficio. La mayoría tiene que entregar su patrimonio personal, sacar préstamos para poder soportar tener la tienda abierta. Cuando están prácticamente financieramente muertos resuelven el contrato con ellos y les dejan con una deuda enorme y con todo su patrimonio prácticamente perdido. Esto es lo que suele hacer esta cadena”, resume Martínez Ledesma.
Contactada por La Marea, la multinacional aclara que “la política comercial de DIA es responsabilidad exclusiva” de la compañía y los costes de los descuentos “los asume siempre DIA”. Con la polémica sobre las franquicias, desde la empresa quieren ser “categóricos”: “Ha habido investigaciones, con las que DIA colaboró y todos los juzgados, donde siempre el mismo grupo de exfranquiciados ha ido a denunciar una supuesta «estafa» del sistema de franquicias DIA, han dado carpetazo al asunto. Lo que nos queda por tanto es una red de más de 3.700 franquiciados en cuatro países. Esas son las familias que realmente sufren el ruido mediático e interesado sobre un sistema que lleva franquiciando casi 30 años”, explica el responsable de comunicación externa.
Aunque la Justicia hasta el momento ha rechazado la versión de los exfranquiciados descontentos con DIA, todavía quedan causas por juzgar, tanto en España como en resto de países donde opera la multinacional.
Franquicias fuera de España
DIA se considera el primer franquiciador de supermercados en España, pero es en América donde las franquicias tienen mayor peso relativo en el negocio del grupo. Así, el 64% de la red de tiendas de Argentina y Brasil son franquicias mientras en España y Portugal la cifra se sitúa en el 45%, a fecha de 2017. Estos datos podrían explicar por qué DIA ha tenido más problemas con sus franquiciados en el extranjero.
En 2014 el grupo vendió su red de supermercados en Francia a Carrefour. El gigante francés pagó cerca de 645 millones de euros por las tiendas. Posteriormente, Carrefour tuvo que asumir otros 400.000 euros de una condena judicial por culpa de DIA. La empresa española había rescindido antes de tiempo el contrato de un supermercado regentado por un matrimonio cerca de París, según publicó Economía Digital. «La empresa actuaba con métodos abusivos hacia los franquiciados. Había problemas con la recepción de mercancías que llegaban defectuosas y con los descuentos agresivos. La empresa quiso resolver el contrato de forma anticipada y se comprometió a pagar una indemnización por daños y perjuicios que nunca pagó. Ahora la sentencia los obliga», explicó a dicho medio la abogada Anne Cécile Benoit, que ganó el caso a DIA. Un portavoz de la multinacional rechazó “valorar las distintas informaciones que se publican sobre la compañía prácticamente todos los días”.
DIA tiene otras causas abiertas en los cuatro países en que opera actualmente. Brasil es el segundo mayor contingente de franquicias, con 691 tiendas a finales de 2017. Para el Sindicato de Franquiciados del Estado de São Paulo (más conocido como Sindifranqueados), donde la multinacional tiene casi 400 tiendas, las franquicias son una estrategia para “usar mano de obra tercerizada y ampliar su red de tiendas sin inversiones propias”. El sindicato brasileño considera que la principal característica de las franquicias brasileñas es que “los márgenes de beneficio transferidos a sus franquiciados son insuficientes para garantizar una ganancia compatible con el negocio”.
Cerca de 100 exfranquiciados brasileños acumulan pérdidas de casi dos millones de reales brasileños (algo más de 400.000 euros) de media cada uno por “no dar ningún apoyo para orientar debidamente a sus franquiciados sobre procedimientos contables”, explica la agrupación de franquiciados. Es DIA quien establece los precios de compra y controla el software con el sistema de precios de venta, lo que le permite hacer cambios de precios directamente en las tiendas de sus franquiciados sin tener en cuenta los precios pagados para la adquisición de las mercancías, según Sindifranqueados. Esta práctica “provoca en muchos casos ventas con márgenes negativos para el franquiciado y en el medio plazo su quiebra. Para el grupo basta sustituirlo por otro y así dar continuidad a los negocios”, añaden.
En el país carioca, DIA tiene abierta cerca de 80 causas laborales individuales contra el grupo, acusado de utilizar el sistema de franquicias para burlar la ley laboral brasileña, según el sindicato de franquiciados.
Con 627 tiendas franquiciadas, Argentina es el segundo país tras España y Brasil con mayor número de establecimientos de este modelo. Allí la multinacionales tiene abiertas varias causas judiciales de franquiciados.
En Portugal se cuentan experiencias parecidas. Paulo Jaloto, presidente de la Asociación de Franquiciados de Minipreço (Afeda), cree que el problema de la marca de DIA en Portugal es que “no hay reglamentación de las franquicias que regule los derechos y obligaciones de todas las partes ni en Portugal, ni en España ni en todo el mundo”. Al otro lado del Guadiana y del Miño la multinacional también ha sido denunciada por algunos de sus exfranquiciados.
DIA capta a los franquiciados “porque el marketing vende la idea de precios bajos, pero no tienen los precios bajos. Puede tener algún producto a bajo precio pero la mayoría son más caros que en todas las cadenas de supermercados”, explica Jaloto. Antes, DIA invitaba a empresarios a hacerse con una franquicia pero ha cambiado el modelo, asegura Jaloto. Hoy “pasa las tiendas propias a los empleados y con esto DIA vende lo mismo pero pasa toda la responsabilidad a los empleados. Ellos saben que pierden en las ventas. Los empleados de DIA en franquicias no son de DIA, son de los franquiciados. Cuando un franquiciado cierra, el que tiene que pagar la indemnización al trabajador es el propio franquiciado”, no la compañía, aclara.
Las quejas del presidente de la Asociación de Franquiciados de Minipreço han llegado a oídos de las autoridades portuguesas. Después de una reunión con Jaloto, la eurodiputada socialista Ana Gomes escribió una carta en 2013 al director nacional de la Policía Judicial. Gomes expresó al mando policial que DIA incumplía la ley al “utilizar un sistema inaccesible por parte de los franquiciados, no permitiéndoles efectuar la gestión de los stocks y que tampoco respeta los precios, la cantidad de artículos disponibles o el margen de lucro”. La Marea ha contactado con la eurodiputada para conocer el efecto que tuvo su carta sin obtener respuesta.
Preguntado por los casos concretos que constan en este reportaje, DIA prefiere “no entrar en todo esto” porque “sería el cuento de nunca acabar” y se remite a lo anteriormente expuesto y las resoluciones favorables que acumula en los tribunales. “Desde 2013 hasta hoy se han abierto más de 1.000 nuevas franquicias DIA, situando a la compañía como la tercera de Europa con más de 24.000 empleos generados. Son números que dejan a las claras la fortaleza del sistema franquiciador de la compañía”, zanja el departamento de prensa.
Algunos testimonios de franquiciados
José Barberán fue franquiciado DIA en Villarreal (Castellón) entre 2011 y 2012: “Te proponen un negocio que no es real, presentando una cuenta de resultados falsa. Te das cuenta a medida que vas trabajando que los descuentos, cupones y ofertas no son reales, que todo es un entramado, que es todo falso y te están timando”. Barberán es uno de los exfranquiciados que denunció a DIA en el juzgado de Vic y fue remitido a su partido judicial.
Bruno Delgado Arceo firmó un contrato de 39 folios para abrir una tienda en el barrio burgalés de Gamonal. Tras intentar mantener a flote el negocio durante tres años, Bruno explica que el modus operandi de DIA consiste en descapitalizar al franquiciado, dejándolo con “deudas inasumibles”. “Actúan en un ámbito de miedo y chantajes emocionales. En dos o tres años ganan muchísimo dinero en tres momentos: con el comienzo del negocio, la actividad y el cierre. Te financian un llenado inicial con el que ya ganan dinero, durante la actividad nosotros seguimos comprando y ellos siguen vendiendo. En un momento dado dicen que te tienen que quitar la tienda porque vendes poco y te dicen cuánto les debes. Todo el dinero que estás invirtiendo lo estás perdiendo. Es un negocio basado en el robo, la descapitalización, el fraude, la estafa, la usura, las malas artes y la mala fe”, añade.
Silvia Fuenturbel tuvo un supermercado DIA en Zalla (Vizcaya) entre 2011 y 2013. “Me dijeron un margen de beneficio que nunca vi. Llegaba mucho material dañado, tenía muchas pérdidas que no cubrían. Creo que te metían todo lo roto para que lo tuviese que devolver. Vi que en la caja, al pasar la tarjeta del ClubDIA, los descuentos y cupones nunca coincidían con lo que señalaba al día siguiente. La explicación de DIA era Ios distintos tipos de IVA. ¿Cómo calculaban el IVA? Cuanto más explicaciones pedía más imposible me hacían la vida. Perdí muchísimo dinero que estoy pagando todavía”.
La exfranquiciada cuenta que le enseñaron a hacer la caja de una manera “y había cosas que no podía comprobar. Empecé a hacerlo de otra manera y descubrí que entre tarjetas y promociones me debían más de 4.000 euros. Lo reclamé y me dijeron que había sido un error de ofertas y habían mandado aviso a otros tiendas. Contacté con otra tienda y me dijo que no le había llegado aviso. La otra franquiciada comprobó la caja, tampoco le cuadró, reclamó y le dijeron que había sido otra equivocación. Cuando solicité el dinero me devolvieron menos de la mitad y me dijeron que era por cuestiones del IVA. Vi que esto era una gotera por todos sitios. A mí me llenaron las estanterías con lo que ellos querían. Me cambiaban productos que vendían por otros que no vendía. Todo era discutir y todo era a su favor. Tú nunca tenías derecho a nada, solo a pagar el camión el mismo día que te venía. Si no pagabas no te traían el del día siguiente. Te engañan por todos los sitios”.
Las pérdidas para Fuenturbel supusieron una ganancia para DIA, según su versión. “No era rentable para nada. He trabajado gratuitamente para DIA durante dos años, metiendo muchas horas, entrando a las 7 de la mañana y saliendo a las 10 de la noche, trabajando hasta los domingos. Solo me han quedado deudas. He perdido todos mis ahorros y mi fondo de pensiones. Cuando cerré, la tienda la franquiciaron unos chicos porque veían que entraba mucha gente. A los tres meses me llamaron porque veían que no ganaban nada y no podían dejarlo. No han durado ni un año”.
“Tuve que pagar un canon de entrada de 12.000 euros más IVA y 70.000 euros por el llenado. Se supone que te quedas el dinero de las ganancias pero logré vender toda la tienda entera en las fiestas de Zalla y tras echar cuentas vi había perdido dinero. Ellos decían que era porque me robaba mucha gente pero no había apenas robos. Me crearon muchos problemas psicológicos. Me ha costado mucho salir a flote”, exclama indignada.
Alejandro Martí Tuset empezó en el año 2000 con una tienda en Sant Andreu de la Barca (Barcelona), cuando “aún no existía ni la tarjeta ClubDIA ni los cupones descuentos”. Fue la tercera persona en coger la misma tienda porque “DIA decía que se habían peleado los socios anteriores pero era falso. Lo que pasó es que no les funcionaba porque no era rentable. Tienen a gente que se dedica a arruinar la vida de gente. Están entrenados para eso porque cuando cogen una franquicia saben que los números no van a salir. La misma tienda se ha franquiciado hasta ocho veces. La estafa está mejorada, ahora te ponen una golosina porque por cómo te lo venden es una oportunidad de negocio que jamás va a volver a pasar en la vida. Compré el local y tuve que asumir toda la instalación pero ahora mismo DIA te lo pone todo y te franquicia. Solo pagas el llenado de tienda y la tienda es tuya. No tienes el control del negocio en ningún momento, lo tienen ellos. Te dan género invendible y género que no pides. Hay delito informático porque el control lo tienen todo ellos desde la central”.
Martí cerró en el 2009, nueve años después de abrir. En 2002 cambió a un local más grande “pagando menos de hipoteca, con más posibilidad de vender. Pasaron los años y los números no salían. Monté una inmobiliaria y el dinero que ganaba iba para el supermercado. Vendí un piso para capitalizarme porque perdía dinero. En 2007 cerré y cambié de cadena a Consum y, como la clientela de DIA es muy fiel, me bajaron las ventas. Durante ese año DIA me denunció cuando ya estaba arruinado. El inspector de DIA me dijo que si pagaba 50.000 euros llenaban la tienda y quitaban la denuncia. Decía que ahora sí salía el 13% de beneficio prometido. Cambié de nuevo, pagué los 50.000 euros y ese último año fue fatal. Perdí 120.000 euros ese año. Tengo una deuda de un millón de euros y es imposible que el local de ocio que monté en ese local me genere para pagarlo todo. Ya me han subastado el local y el piso y estoy a la espera de que me echen”. La causa de Martí contra DIA está admitida a trámite en el juzgado de Martorell.
Ana Isabel Gallego comenzó su relación con DIA como cajera, ascendió a encargada y llegó a ser supervisora de franquicias antes de abrir su propia tienda en abril de 2011 en un barrio marginal de León, después de que la compañía se lo propusiese. “Veía que las tiendas que yo llevaba funcionaban muy bien. Eran franquicias puras, no eran tercerizadas [tiendas propias ofrecidas a otra persona para funcionar como franquicias] y donde ganaban dinero realmente era en la sección de carnicería o pescadería porque solo con productos de DIA vas a la ruina total”, explica la extrabajadora.
Según la cuenta de explotación que Ana Isabel afirma que le hicieron, ella sacaría 2.000 o 3.000 euros netos al mes “pero era mentira”. Aunque el comienzo fue positivo, para finales de año “empezaron a no cuadrarme los números”. Aguantó hasta junio de 2014, algo más de tres años, después de varias agresiones y robos de clientes, “con muchas trabas por parte de DIA, que decía que si no funcionaba era por mi culpa, que no sabía gestionarla. Trabajaba de 8 a 23 horas de lunes a sábado e incluso algún domingo”.
Pese a su experiencia como supervisora de franquicias no logró mantener la tienda al ser “los márgenes mínimos porque tienes que tirar todo lo que viene roto de los camiones, lo que se estropea, lo que caduca… Eso lo pierdes. No ves más que pérdidas”. Al día siguiente de hacer el primer inventario, según la exfranquiciada, muchos de los artículos estaban dados de baja, es decir, al pasarlo por caja el sistema no reconocía el producto y “le tenía que poner el precio que quería. A lo mejor vendía un Rioja que valía 11 euros por 2 euros porque no sabía de vinos”.
El pago de las reformas del local corría por su cuenta, denuncia Gallego. “Dijeron que había que cambiar las luces a LED y que venía a mi cuenta. Dije que no, que había una cláusula en el contrato que la tienda es DIA y todas las reformas son a cuenta de DIA porque la tienda era suya. Acordamos pagar mitad y mitad. Hablé con otros franquicias y claudicaron. Yo fui la última en cambiar las luces”, aclara.
Otra queja de la exfranquiciada es que en las ofertas de segunda unidad a mitad de precio el franquiciado paga todas las unidades al mismo precio aunque posteriormente los descuentos son compensados por la multinacional. Para Gallego “es complicadísimo comprobar todos y cada uno de los productos. Nunca cuadra. Yo vendía más de lo que me abonaban en compensación de oferta. Daba igual que lo reclamase”, clama Gallego. Cuando era supervisora de franquicias recuerda que los franquiciados ya se quejaban porque no les cuadraban los descuentos.
“Pagaba 3.000 euros de luz al mes y no ponían el aire acondicionado en verano ni la calefacción en invierno. Jamás vi una factura, solo una refacturación cada cuatro meses donde luego ajustaban por consumo pero siempre salía a poner yo más. No podía ver el consumo”, denuncia. “Es una estafa bien organizada. Te añadían posteriormente al contrato anexos”. El cambio de luces a su cuenta, señala, era también un anexo “que me obligaron a firmar” pero logró modificarlo tras su negativa inicial. “Como supervisora, cuando algún franquiciado no quería firmar un anexo y se lo contaba a mis superiores, mis jefes decían que se le quitaba la tienda”.
Ana Isabel, tras cerrar en 2014, quedó “con 5.500 euros de deuda con Hacienda y tuve que pedir un préstamo al banco para pagarlo. A mí me arrunaron la vida. Con 45 años me hundieron totalmente. Todavía sigo con tratamiento por depresión y ansiedad”. Gallego dice que tanto ella como su hija están vetadas por DIA. “No vayas a pedir trabajo a DIA porque no vas a tener”, afirma que le dijo el jefe de ventas.