Europa, un vecindario tranquilo

Sede de Gas Natural Fenosa en Barcelona. FOTO: GNF.

El salto de GNF a Europa llegó en 2002, cuando la compañía –entonces se llamaba Grupo Gas Natural– entró en el mercado italiano. Fue un cambio cualitativo, aunque por entonces ya operaba en Portugal y Moldavia, donde puso de directora a Silvia Radu, alta funcionaria del Ministerio de Energía y candidata a la presidencia de esa exrepública soviética que ahora es cónsul honoraria de España.

José María Aznar seguía en la presidencia del Gobierno, la economía española crecía con el impulso del ladrillo y las empresas del Ibex 35 avanzaban con el viento en popa dentro y fuera del mercado doméstico. En pocos años la gasista logró expandirse en los mercados de gas y electricidad (principalmente negocios de distribución) de Alemania, Francia –donde es la principal adjudicataria en el suministro de gas de la región de París–, Bélgica, Holanda,  Reino Unido y Luxemburgo.

Una de las prioridades actuales de GNF para Europa consiste en reforzar la venta de gas licuado, principalmente a industrias y transportistas europeos. GNF cuenta con la opinión favorable del comisario europeo de Política Climática y Energética, el exministro Miguel Arias Cañete, además del apoyo de las diplomacias española y catalana, el respaldo de Enagás (empresa del Ibex 35 que gestiona sistema de transporte de gas en España) y el músculo de diversos lobbies europeos para promover la interconexión eléctrica y gasista de España con Francia y el resto de Europa.

En 2015, el presidente Mariano Rajoy y el entonces primer ministro francés Manuel Valls inauguraron el primer tramo de la interconexión eléctrica entre España y Francia. La conexión gasista se hará a través del gasoducto Midcat, que podría estar listo para 2020. Arias Cañete, que posee intereses personales en empresas de hidrocarburos, pide “solidaridad” para este proyecto, que reduciría la dependencia del gas ruso en varios países europeos e incrementaría el negocio de GNF, entre otras empresas del sector.

Otras prioridades estratégicas de la multinacional catalana para Europa consisten en explotar gas de esquisto mediante técnicas de fracking, pues a pesar de los inconvenientes medioambientales y sociales, “no tiene sentido ir a buscar fuera [el gas natural] si hay aquí”, según opinaba Salvador Gabarró un año antes de ceder la presidencia de la compañía a Isidro Fainé. GNF también apuesta por la transformación de España en un hub o plataforma internacional para el comercio de gas natural, principalmente para clientes europeos y asiáticos.

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El gas de la Cosa Nostra

Infraestructura gasista en el Puerto de Barcelona. FOTO: GNF.

Última semana de mayo de 2014. Las portadas nacionales se hacían eco de la décima Copa de Europa del Real Madrid y la irrupción de Podemos en el Parlamento Europeo, pasando por alto que el tribunal de Palermo (Sicilia, sur de Italia) había intervenido tres filiales de GNF debido a su relación con varias operaciones y nombres de la mafia. Las ediciones digitales de los principales diarios del país –el tema no trascendió en la prensa en papel– fueron unánimes en reproducir los teletipos de las agencias EFE y Europa Press, que subrayaban que se trataba de una “medida preventiva” y destacaban el “total interés” de la multinacional en colaborar con la justicia italiana, sin profundizar en detalles sobre lo ocurrido.

Varias incógnitas penden aún sobre este episodio, cuya historia se remonta al 13 de enero de 2004. En esa fecha GNF adquirió por 115 millones de euros –104 millones, según documentos judiciales– el grupo Gas Spa, propiedad del Grupo Lapis y del Grupo Brancato, la gasista que controlaba el mercado siciliano de manera casi exclusiva, a pesar de que su valor de mercado rondaba los 500 millones de euros.

Brancato fue creado y consolidado por Enzo Brancato, conocido como “el rey del gas”, un político y funcionario de peso en Democracia Cristiana, el partido que durante más tiempo gobernó Italia hasta que a mediados de los años 90 los casos de corrupción lo llevaron a la disolución. Tras la compra, GNF obtuvo el certificado antimafia obligatorio.

Aquella adquisición fue el primer paso simbólico de la compañía catalana en su expansión hacia Europa y el Mediterráneo. Poco después de la operación, GNF ya hacía negocio en 73 municipios sicilianos y en tres de la región de Abruzzo. Pero en 2013 la policía fiscal de Palermo incautó 48 millones de euros a los herederos de Enzo Brancato en el marco de una investigación sobre Gas Spa tal y como publicó en su momento el periódico Diagonal.

Un año después, la policía italiana desveló que estas filiales de GNF dieron “facilidades a empresarios ya involucrados en investigaciones de policía judicial y medidas antimafia”, permitiendo que “empresas consideradas cercanas al mundo criminal” pudieran “neutralizar las medidas cautelares y seguir consolidando su expansión” en el sector del metano, ahora en manos de GNF.

Las revelaciones de la policía italiana no se detienen ahí, pues aseguró haber encontrado “ingentes recursos invertidos en un negocio que se ha desarrollado de repente gracias a la protección de la Cosa Nostra y a apoyos políticos (…) llegando a obtener 72 concesiones en municipios de Sicilia y de Abruzzo cuyas obras han sido subcontratadas a empresas ligadas directamente al crimen organizado”. También se supo que, tras cerrar el acuerdo con GNF, dos hijas de Enzo Brancato viajaron varias veces hasta Tarragona, donde desaparece el rastro de 11 millones de euros y fundaron una empresa inmobiliaria (Soproac XXI).

Monia Brancato, una de las hijas, permaneció al frente de Gas Natural Rigassificazione hasta dos años después de que fuera comprada por GNF. La multinacional no admitió ni negó dicha continuidad al ser cuestionada por los periodistas de Anuari Mèdia y Crític. Monia Brancato también fue administradora de Soproac y pareja de Juli Quintas, empresario y abogado de origen catalán que fue delegado de la gasista en Italia y ocupó otros cargos hasta 2013.

El 23 mayo de 2014, el juez de Palermo Dario Scaletta dio la orden de intervenir tres filiales del grupo Gas Spa (Gas Natural Italia Spa, Gas Natural Distribuzione Italia Spa y Gas Natural Vendita Italia Spa), propiedad de la gasista catalana. En Italia, cuando la relación entre una empresa y la mafia está totalmente comprobada, normalmente se procede a la confiscación, explica a La Marea un analista financiero italiano. Pero en este caso, todo quedó en una intervención temporal.

En junio de 2015, el juez decidió devolver la gestión de las tres filiales a GNF, aunque estarán bajo lupa judicial hasta mediados 2018 y deberán notificar cualquier transacción superior a 150.000 euros. Mientras, las autoridades italianas aún tratan de esclarecer las dudas que pesan sobre este episodio, como el supuesto blanqueo de capitales de la Cosa Nostra que GNF habría facilitado en 2004. Giovanna Livreri, antigua abogada de Gas Spa, admitió que había “una parte del patrimonio derivado de la venta de Gas Spa todavía desconocida”.

En febrero de 2017, el diario Expansión informó que GNF había contratado a la firma financiera Rothschild para estudiar la venta de sus activos en Italia por un valor aproximado de 700 millones de euros. Hasta la fecha (abril de 2017), ni un solo medio de tirada nacional ha vuelto a hablar de los problemas de GNF con la Cosa Nostra.

Actualización (05/10/2017):

El tres de octubre, el consejo de administración de Gas Natural Fenosa autorizó la venta de su negocio en Italia a las empresas 2i Rete Gas, filial de F2i (participada por el fondo Ardian), y Edison, filial de la francesa EDF, por aproximadamente 1.000 millones de euros.

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La conquista de América

Michelle Bachelet se reúne con Felipe González en el Palacio de La Moneda en septiembre de 2016. FOTO: Gobierno de Chile.

Actualmente GNF está presente en 11 mercados latinoamericanos (incluido Puerto Rico), que representan casi el 50% de sus ingresos totales. Colombia es ahora la nación más difícil del portfolio latinoamericano de GNF, mientras que sus prioridades estratégicas para el periodo 2016-2020 son México, donde cuenta con el respaldo del influyente magnate Carlos Slim, y Chile, con la ayuda del también influyente expresidente Felipe González.

Fue en América Latina, en los años 90, donde comenzó el gran despegue internacional de la gasista, que volvió a poner el foco en esa región para amortiguar la recesión en España. Tras la devastadora crisis de deuda que vapuleó Latinoamérica en la década de los 80, el gobierno de Estados Unidos orquestó junto con el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional lo que más tarde se bautizó como el Consenso de Washington.

Este acuerdo puso en marcha duras medidas de austeridad y forzó la privatización de numerosas empresas y servicios públicos (luz, agua, telecomunicaciones, explotaciones petroleras, minas…) desde México hasta Argentina. Las transnacionales de Europa y Norteamérica, con mención especial para las españolas, se cernieron sobre los mercados latinos para hacerse con las gangas que sus gobiernos, debilitados y en muchos casos desesperados y corrompidos, ofertaban a precios ventajosos para obtener liquidez rápida, sanear sus déficits y ganarse la vista gorda cómplice de las naciones poderosas ante sus escándalos de violencia policial y económica doméstica.

En aquel entonces GNF aún era Catalana de Gas, y Unión Fenosa todavía era una compañía independiente. Ambas sacaron buen provecho de aquel periodo de desesperación económica y social, empezando primero por Centroamérica y Argentina para después extenderse a Brasil, Colombia y México, aunque sus estrategias no fueron iguales.

Unión Fenosa llegó a América Latina en 1986 gracias a un acuerdo con la consultora uruguaya Ibersis, que más tarde pasó a ser una filial del grupo español. La compañía fue discreta en sus primeros años y se dedicó a prestar servicios de consultoría a empresas públicas desde Chile hasta México. Gracias a este trabajo, en pocos años Unión Fenosa disponía de una ingente cantidad de información sobre la organización de las compañías del sector eléctrico latinoamericano. “El conocimiento de los mercados internacionales a lo largo de esos años”, decía Unión Fenosa en 1997, favoreció “la posibilidad de acometer nuevas actividades e inversiones”, una afirmación que contradice las alegaciones que la misma compañía utilizó posteriormente para justificar el fracaso de algunos de sus negocios y reclamar compensaciones, principalmente en República Dominicana.

Fenosa empezó a comprar empresas estatales en 1995, todas ellas en situaciones financieras muy delicadas que operaban en régimen de monopolio. Lo hizo con la ayuda de instituciones internacionales como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, además del respaldo del cuerpo diplomático español. Bolivia y Argentina fueron sus dos puntos de partida antes de lanzarse a adquirir distribuidoras de electricidad en Panamá, Guatemala, República Dominicana, Colombia y Nicaragua.

Al concluir su primera ronda de compras, Fenosa decidió congelar sus inversiones para amortizar el capital desembolsado a partir de 2002. Esta decisión estuvo acompañada por estrategias agresivas para sanear cuentas y maximizar beneficios, con políticas de mano dura en la gestión de cobro y exorbitantes subidas en el precio de la luz. Por ejemplo, en República Dominicana y Guatemala duplicó el precio del kW/h en menos de un año, mientras que en Nicaragua los bajos niveles de inversión hicieron que la red tuviera fugas del 30% ­–que se facturaban a los clientes– y saltos en la potencia eléctrica que dejaron inservibles cientos de miles de electrodomésticos.

La estrategia de Gas Natural fue más rápida, agresiva y directa que la de Fenosa. La empresa llegó a América Latina en 1992, en concreto a Buenos Aires, y se metió de lleno en el negocio de la distribución y comercialización de electricidad. En solo cinco años ya había logrado expandirse a Brasil, Colombia y México. “La experiencia fue tan positiva que, a los pocos meses, el grupo ya tenía más clientes en su área internacional que en la nacional”, explica GNF en referencia a Gas Natural BAN, su primera filial en la región. Hoy vende gas a más de 7,5 millones de clientes en la zona.

Colombia es uno de los casos más paradigmáticos de la expansión de GNF en el continente americano. Gas Natural llegó al mercado colombiano con la compra de otra empresa del mismo nombre (Gas Natural), mientras que Unión Fenosa inició allí sus negocios eléctricos en el año 2000 con la adquisición de Electrocosta y Electricaribe (unificadas en Electricaribe en 2008), dedicadas a la distribución y venta de electricidad, y Energía del Pacífico, que operaba en toda la cadena del sistema (desde la generación hasta la comercialización).

Desde que estas dos empresas españolas llegaron a la costa del Caribe colombiano, han hecho uso de la coacción (en 2003 Fenosa amenazó con abandonar lugares que no “pudieran hacer su actividad más rentable y productiva”) y una intensa labor de lobby respaldada por la diplomacia española que terminaron con la concesión de nuevos subsidios estatales.

En 2002 una persona de la ciudad de Barranquilla perteneciente al 20% de la población con menos recursos tenía que destinar más de la mitad de sus ingresos mensuales (52%) a pagar la factura de Electricaribe, según las investigaciones el Observatorio de Multinacionales en América Latina (OMAL). Para asegurar los cobros, GNF racionaba la electricidad, provocaba apagones, sobrefacturaba a parte de sus clientes y amenazaba con procesos por la vía penal, tal y como demuestran diversas denuncias y sentencias.

La lucha contra la gestión privada de la electricidad

Numerosos dirigentes sociales y sindicalistas fueron víctimas de amenazas y asesinatos selectivos en Colombia (27 sindicalistas del sector asesinados entre 1998 y 2006 en la costa del Caribe que domina Electricaribe) por oponerse a la gestión privada de la electricidad, en concreto a la agresiva política de recaudación y la mala calidad del servicio eléctrico, según datos del libro La energía que apaga Colombia, de OMAL.

Actualmente Chile y México son las prioridades latinas de GNF. La compañía llegó al mercado chileno en 2012 (en 2016 ya controlaba el 43% del mercado eléctrico) y contó con la ayuda del entonces consejero Felipe González, que tras su salida de GNF en 2015, habría seguido realizando gestiones para la compañía catalana ante las máximas autoridades de Chile. Una fuente de Presidencia chilena explica que GNF fue el tema principal de las últimas reuniones de Felipe González con Michelle Bachelet en el Palacio de La Moneda. Durante una reunión informal con este medio, el director de comunicación de la gasista prefirió no afirmar ni negar estos hechos.

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El misterioso representante en Ucrania

Salvador Gabarró, anterior presidente de GNF, firma un acuerdo con el presidente de Gail en la India. FOTO: GNF.

El objetivo prioritario de GNF en Asia es abrirse mercado en India, un país con 1.200 millones de habitantes con un poder adquisitivo en auge. Se trata de una de las economías con mayor tasa de crecimiento del mundo (7,6% en 2016) y su anticuada red eléctrica y de gas convierten a este mercado en un potencial negocio para las empresas del sector energético. Para GNF, la India es una prioridad estratégica. Aunque la multinacional tiene negocios allí desde 2012 a través de India Gail (el mayor operador de gas allí) y otras compañías, su consolidación en el mercado indio está estrechamente ligada a corporaciones rusas de la talla de Gazprom, controlada por el Kremlin.

Poco tiempo después de llegar a la India, GNF ya suministra el gas equivalente al 10% de lo que consume cada año España. La importancia estratégica del país para GNF quedó patente en el extraño episodio que protagonizó la compañía gasista en 2012 en Ucrania, coincidiendo con su entrada en India.

GNF había mostrado interés en el proyecto del gobierno ucraniano para la construcción de una planta de gas natural licuado (GLN) en el Mar Negro, con lo cual al exrepública soviética pretendía reducir su independencia de importar gas de la vecina Rusia. El día que una delegación de directivos de GNF iba a firmar el acuerdo en Kiev en una ceremonia con altos cargos, incluido el primer ministro, los representantes de la compañía no aparecieron. Uno de los españoles que había negociado el pacto, Jordi Sardà Bonvehí, rubricó el documento y posó para la foto oficial. El Gobierno ucraniano quería demostrar que contaba con apoyo de empresas internacionales para su proyecto. Sin embargo, Gas Natural Fenosa denunció que se trataba de un impostor y negó que pretendiera firmar acuerdo alguno.

La afirmación quedó en entredicho cuando el medio digital Voz Pópuli publicó una carta con membrete oficial que mostraba el diálogo de la cúpula de la gasista con el gobierno de Ucrania. La Marea ha intentado localizar a Jordi Sardà para recoger su versión de los hechos, aunque él siempre aseguró a la prensa que sí se sentía autorizado para representar a GNF. En una carta dirigida al consejero delegado de GNF, Rafael Villaseca, publicada por Voz Pópuli, Sardà explicó que se sintió obligado a firmar y a posar en la fotografía para evitar el enfado de las autoridades ucranianas ante el desplante de GNF, y también para no perder todo el trabajo de lobby realizado con anterioridad.

La versión de GNF trascendió en los medios y Sardà desapareció del mapa sin dejar rastro. Sin embargo, fuentes consultadas por Voz Pópuli explican que la gasista habría cedido a presiones de empresas rusas como Gazprom y Novatek, con quien tenía y tiene pendientes varios negocios y acuerdos que le facilitarían el acceso a India y otros mercados asiáticos, además de las reservas de gas en el ártico ruso.

«Hace falta transparencia»

El acuerdo de GNF para suministrar gas licuado a India Gail fue de aproximadamente 1.000 millones de euros, informaron los medios en 2012. GNF no revela el importe de este tipo de acuerdos –en este caso, su mayor contrato en Asia hasta la fecha– pero sí pide transparencia a gobiernos, reguladores y operadores del mercado de gas y electricidad. “Hace falta transparencia en los precios”, aseguró la directora de desarrollo de negocio de GNF en India, Ane de Ariño, en diciembre del año pasado, mientras participaba en un evento en ese país.

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Los discretos negocios de GNF en Rusia

Rusia forma parte de la Organización Mundial del Comercio desde 2012, pero la mayor parte de sus grandes compañías no desglosa sus informaciones financieras, lo que dificulta la investigación periodística.

Un año antes del matrimonio con Unión Fenosa, en 2008, Gas Natural llegó a un acuerdo con Gazprom para colaborar y comercializar gas natural licuado. La empresa estatal rusa tiene acceso a algunos de los mayores yacimientos de gas del planeta (explota el 13% de la producción mundial), mientras que GNF dispone de una amplia flota de buques metaneros para transportar gas licuado hasta donde los gasoductos rusos no llegan. El pacto lo firmaron los  presidentes de ambas empresas, Salvador Gabarró y Alexei Miller, el oligarca que lleva más de 17 años al frente del gigante energético y que tiene poder para decidir cuándo se corta el suministro de gas a países como, por ejemplo, Ucrania. Pero hubo que esperar hasta 2014 para ver la palabra “Rusia” en los informes de GNF.

Aunque GNF hoy ya comercia gas licuado ruso, será a partir de 2019 cuando este suministro tome peso en su porfolio. En 2013, GNF firmó un contrato de 25 años de duración para comercializar 2,5 millones de toneladas de gas natural licuado procedente del yacimiento Iuzhno-Tambei, situado en la península rusa de Yamal, en uno de los ecosistemas más sensibles del planeta: el Ártico. No hay información sobre cómo piensa GNF equilibrar sus compromisos medioambientales con un acuerdo de tal magnitud y duración, ni tampoco cifras sobre el importe del contrato, aunque analistas citados por el diario financiero ruso Vedomosti lo valoran en más de 30.000 millones de dólares.

La mayor parte de ese gas será vendido en Asia, donde GNF extiende su presencia año tras año en países como India, Indonesia o Japón. Además, varios medios especializados señalan que las rusas Gazprom y Novatek están interesadas en encargar a GNF la construcción de plantas de ciclo combinado, una de sus especialidades.

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Subvenciones a medida de GNF

Una de las quejas habituales de las tres grandes empresas eléctricas del país -Endesa, Iberdrola y Gas Natural Fenosa-, es el supuesto lastre de la política de subvenciones que encarece la factura de la luz. El gobierno del socialista José Luis Rodríguez Zapatero, a raíz de una directiva de la Unión Europea sobre cambio climático, otorgó generosas ayudas públicas a la expansión de energías renovables.

Se cargan el recibo de la luz”, se quejaba el consejero delegado de GNF, Rafael Villaseca, en la junta de accionistas de 2016. En su informe de Responsabilidad Social Corporativa, la empresa catalana sostiene que “el poco correcto diseño de los sistemas de apoyo a las energías renovables ha alterado los mercados de energía y de emisiones”, en referencia al sistema europeo que establece límites a las emisiones de CO2. Asimismo, defiende que “las energías renovables deberían desarrollarse en base al mercado pero sin subsidios que distorsionen el mercado”, lo que no evitó que GNF se beneficiara de los mismos para desarrollar algunos de sus proyectos de energías limpias (principalmente solar y eólica).

No todas las ayudas estatales generan el rechazo de los dirigentes de Gas Natural Fenosa. Su página web informa sobre distintos programas públicos en los que participa, aunque en ningún caso especifica los montos económicos de los mismos, que sí se pueden buscar en muchos casos en las fuentes oficiales.

Estas son solo algunas de las subvenciones que benefician o aportaron ingresos recientemente a la compañía:

-Ayudas del Ministerio de Energía y Turismo al almacén de gas natural en el subsuelo de Doñana: 6,7 millones de euros asignados por el Gobierno a GNF en 2017 a pesar de que el proyecto aún no está terminado y entes públicos, desde la propia Unión Europea hasta la Junta de Andalucía, expresan dudas sobre su impacto medioambiental en una de las reservas naturales más importantes del continente.

Proyecto de Redes Inteligentes en el Corredor de Henares (PRICE): Gas Natural Fenosa e Iberdrola cuentan con el respaldo del Gobierno para desplegar redes inteligentes (smart grids) en esta área, que abarca la zona oriental de Madrid y parte de la provincia de Guadalajara. La ayuda pública para instalar 200.000 contadores inteligentes la perciben a través del programa INNPACTO, que en 2011 recibió 34 millones de euros del Ministerio de Economía y Competitividad y de la Unión Europea para, entre otras cosas, promocionar la innovación y el desarrollo. GNF lidera este programa, “totalmente alineado con el Plan Estratégico de Tecnología de nuestra Dirección General de Negocios Regulados”, según la compañía.

Plan Avanza: se trata de un programa del Ministerio de Industria, Energía y Turismo dotado de un presupuesto de 1.500 millones de euros entre 2009 y 2012 para subvenciones y préstamos a bajo interés, que incluye proyectos de I+D como DOMOCELL, que trabaja en la recarga de vehículos eléctricos en garajes comunitarios. El consorcio que ejecuta este proyecto está promovido y liderado por GNF.

Sistema Cityelec: Unión Fenosa y otras 32 empresas recibieron subvenciones por valor de 19 millones del Ministerio de Ciencia e Innovación y del Fondo Europeo de Desarrollo Regional entre 2008 y 2011 en el marco de Cityelec, un proyecto de investigación sobre transporte urbano eléctrico.

Proyecto ENERGOS: GNF lidera a través de Unión Fenosa Distribución -y con la participación destacada de Indra- este programa de investigación sobre redes inteligentes de distribución de energía eléctrica. ENERGOS está dotado con 24,3 millones de euros, de los cuales la mitad corresponde al Ministerio de Economía a través del Centro para el Desarrollo Tecnológico e Industrial. El 50% restante lo pone el Programa CENIT (Consorcios Estratégicos Nacionales de Investigación Técnica), creado por el mismo ministerio “para estimular la cooperación público-privada en investigación industrial”. El presupuesto de CENIT entre 2006 y 2010 fue de 1.071 millones de euros en forma de subvenciones.

Parque eólico experimental de Sotavento: a través de la Consellería de Innovación, Industria y Comercio, la Xunta de Galicia transfirió 1,7 millones de euros entre 2009 y 2011 para la construcción de este parque eólico propiedad de GNF en el marco de un acuerdo para promover las energías renovables.

Proyecto europeo PELGRIN: se trata de una iniciativa para la protección de infraestructuras de transporte de electricidad de posibles ataques terroristas. Se desconoce su presupuesto y su página web oficial está inactiva. Lo coordina Indra con la ayuda de GNF y recibe financiación del Centro Nacional de Protección de Infraestructuras Críticas (Ministerio del Interior) y de la Unión Europea, y cuenta con el apoyo de la Universidad de Murcia.

Proyecto Zigamit: otro programa codirigido por Indra y GNF que se apoya en una subvención del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (Ministerio de Economía). Su finalidad es, en teoría, sacar más partido a la telegestión de contadores y redes inteligentes, cuyo diseño actual impide que el usuario también se beneficie de esta tecnología. Se desconoce el monto de la subvención para poner en marcha Zigamit.

Proyecto 3-E Houses: la Unión Europea también financia el proyecto piloto de GNF para instalar paneles solares en dos edificios de protección oficial de Sant Cugat del Vallès (Barcelona) para tratar de reducir su consumo de energía.

Proyecto HiPeRDNO: Indra y GNF llevan a cabo este programa para el desarrollo de tecnologías de alto rendimiento computacional financiado con fondos europeos. No hay detalles sobre el presupuesto de este proyecto y la página web oficial está fuera de servicio.

Proyecto CASCADA: desarrolla diferentes áreas relacionadas con las redes eléctricas inteligentes y el vehículo eléctrico, y cuenta con el apoyo de varias universidades públicas, entre ellas la de Sevilla y la de Las Palmas de Gran Canaria. El Ministerio de Economía subvencionó CASCADA con 602.001 euros entre 2010 y 2013, y la UE (FEDER) le concedió un préstamo de 1,41 millones.

La lista de programas con financiación pública liderados o participados por GNF continúa e incluye otros programas (Proyecto Menos CO2, Proyecto Velocidad Variable en CH Buenamesón y el Proyecto Soluciones Eficientes para Gasificación de Nuevas Poblaciones…).

Préstamos públicos

Además de estas subvenciones públicas, GNF se beneficia de préstamos de instituciones europeas y nacionales para desarrollar algunas de sus actividades. Según los últimos datos, actualmente la empresa debe 1.811 millones de euros al Banco Europeo de Inversiones y 112 millones al Instituto de Crédito Oficial (eran 185 en 2015). Se trata de préstamos con tipos de interés reducidos y facilidades de devolución flexibles que GNF y otras compañías del sector reciben debido a la importancia estratégica del desarrollo de infraestructuras eléctricas y gasistas.

Índice completo del dossier #YoIbextigo sobre Gas Natural Fenosa aquí.

 

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