Repsol: contaminación, agujeros financieros… y poder fáctico en Tarragona

Sede de Repsol en Madrid. Foto: Repsol.

Este análisis sobre Repsol ha sido publicado originalmente en CRÍTIC. Puedes leerlo en catalán aquí.

Repsol, la principal compañía petrolera y gasista española, renovó en 2020 su imagen de marca: quiere ser la compañía campeona mundial de la transición energética, capaz de alcanzar emisiones cero en 2050. Eso constituiría un giro histórico para la transnacional líder en emisiones de efecto invernadero en Cataluña y una de las que acumula más deuda histórica de destrucción del clima a escala global. Hasta ahora, la empresa ha basado su éxito en un modelo de alta contaminación, en la presencia de bancos y de fondos de inversión en su consejo de administración… y grandes campañas de imagen, de publicidad y de patrocinio, desde equipos de motociclismo campeones del mundo hasta entidades sociales y culturales del Camp de Tarragona, donde gestiona el polígono petroquímico más importante del sur de Europa.

En Cataluña, donde encabeza el ranking de las empresas más contaminantes, Repsol tiene un papel central en el marco de la crisis climática y energética. Y su influencia es cada vez más grande. Desde este mes de mayo, uno de los que han sido sus hombres de referencia, Jaume Giró, ocupará la cartera de Economía de la Generalitat propuesto por Junts per Catalunya. Tal y como ha revelado CRÍTIC, como directivo de Repsol, Giró fue apoderado de las sociedades del grupo que operan en dictaduras o en países en conflicto.

Repsol es una corporación industrial con sede en Madrid, presente en 31 estados tan diferentes como Brasil, Canadá, Libia, Algeria o Indonesia. De hecho, su superficie de exploración actual alcanza los 137.000 km². La mitad de ellos en Asia (en Indonesia, Malasia y Siberia, principalmente). Si fuese un estado, su territorio sería comparable al de Bangladesh y duplicaría el de los Països Catalans. Si se añaden las áreas en las que también tiene intereses creados, quedaría a poca distancia del de Reino Unido.

La compañía está especializada en la explotación de petróleo y de gas y en la fabricación petroquímica. Su producción de hidrocarburos equivalía a unos 709.000 barriles de petróleo diarios el año antes de la pandemia, es decir, aproximadamente el 0,7% del total mundial. En la lista Forbes 500 de las compañías con más beneficios, figura en el lugar 245. En el índice Standard & Poors de las 250 compañías energéticas principales, se sitúa en la posición 25 de las que trabajan en el sector integrado del petróleo y del gas, incluyendo la exploración. Es decir, es un gigante en el corazón del sector crucial de la civilización industrial. Y eso que apenas cuenta con unos 25.000 empleados y empleadas a escala global.

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