Las puertas giratorias de Meliá

Playa de la Malvarrosa en Valencia. FOTO: BIEL ALIÑO.

Más allá de las relaciones empresariales, a lo largo de su historia Meliá también ha fichado como consejeros a algunos nombres relacionados con la primera línea de la política española, como exministros, antiguos secretarios de Estado y miembros del cuerpo diplomático, entre otros.

A continuación, presentamos algunas puertas giratorias destacadas de Hoteles Meliá:

José María Lafuente López: Fallecido en 2010. Licenciado en Derecho e inspector de Finanzas del Estado. En 1946 se estableció en Baleares, donde se adscribió primero a Alianza Popular, más tarde a Unió Mallorquina y, por último, al PP. Ejerció como gerente del Correo de Mallorca, predecesor del Diario de Mallorca, y defendió como abogado a un clan contrabandista en Mallorca. Fue diputado en el Parlamento balear (1983-1987), senador por las islas Baleares (1983-1986) y europarlamentario (1986-1994). Desde 1996 hasta 2009 ocupó un sillón en el Consejo de Administración de Meliá, donde ejerció labores de secretario. Algunos medios destacan su cercanía al presidente de la compañía, Gabriel Escarrer Julià.

Alfredo Pastor Bodme: Economista, ocupó el cargo de secretario de Estado de Economía entre 1993 y 1995, con el socialista Pedro Solbes al frente del ministerio. Con anterioridad ejerció de economista para el Banco Mundial (1981-1983), fue director de Planificación en el Instituto Nacional de Industria (INI, de 1983 a 1984), director general del INI (1984-1985), presidente de la eléctrica Enher (1985-1990) y consejero en el Banco de España (1990-1993). En 1996 se incorporó al Consejo de Administración de la cadena hotelera, donde permaneció hasta 2015.

Eduard Punset Casal: Licenciado en Derecho, Máster en Ciencias Económicas y conocido en su faceta como divulgador científico, Punset trabajó en el Fondo Monetario Internacional (FMI) antes de ocupar diversos cargos destacados en los primeros gobiernos de UCD. Fue secretario general técnico del Ministerio de Industria y Energía y, poco después, ministro para las Relaciones con las Comunidades (1980-1981).  En 1981, fue designado presidente de la eléctrica Enher. Tras un breve paso por CiU, que le llevó a ser diputado en el Congreso entre 1982 y 1983, volvió a estar bajo el paraguas de Adolfo Suárez en el CDS (fue eurodiputado entre 1987 y 1994). Se incorporó a Meliá en 1996 y permaneció como consejero externo hasta 2010.

José Joaquín Puig de la Bellacasa Urdampilleta: Destacado diplomático que fue secretario particular del entonces príncipe Juan Carlos entre 1974 y 1976. Con anterioridad, había ocupado diversos cargos en el Ministerio de Asuntos Exteriores (1961-1971), y el puesto de consejero en la Embajada de Londres (1971-1974). Una vez terminada su primera fase como secretario del rey, volvió a Exteriores (1976-1980) hasta su designación como embajador en el Vaticano (1980-1983). Entre 1983 y 1990 fue embajador en Reino Unido, hasta que regresó al lado del rey Juan Carlos I como secretario general de la Casa Real (1991). Su último puesto diplomático fue el de embajador en Portugal (1991-1996) antes de jubilarse y ser designado miembro del Consejo de Estado por el gobierno de José María Aznar. Compatibilizó este puesto con su entrada en el Consejo de Administración de Meliá, donde permaneció hasta 2006.

Armando Sala Lloret: Aparejador de profesión, en 1972 creó su empresa Arenas de San Juan con la que inició, en su Alicante natal, la construcción de un edificio de apartamentos en primera línea de playa. Prosiguió con su actividad constructora mientras entró en política. En 1977 ingresó en UCD, donde conoció a políticos como Luis Berenguer (PSOE) o Eduardo Zaplana (PP). Precisamente fue Zaplana quien, en 1997, le ofreció la vicepresidencia de la Caja del Mediterráneo (CAM), que llegó a poseer el 6% de las acciones de Meliá hasta el año 2013. Sala fue el representante de la entidad financiera en la cadena de hoteles entre 2005 y 2011. En la actualidad, está investigado por presunto falseamiento de cuentas y fraude, junto al resto de la cúpula de la CAM.

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Franquismo y Hoteles Meliá: desarrollismo, sol y playa

Hotel Meliá en la capital de Cuba. Foto: EFE.

Dice el tópico que los habitantes de Mallorca son, por lo general, gente poco habladora, desconfiada, seria y de carácter cerrado. Algo de esto hay, en cierto modo, en los propietarios de Meliá Hotels International, la única empresa turística de España que cotiza en el Ibex 35. La discreción es uno de los signos de identidad de la familia Escarrer, propietaria de esta gran cadena hotelera cuyo origen se remonta a la posguerra. En la década de los 40, el empresario valenciano José Meliá Sinisterra creó una agencia de viajes que fue el germen de un negocio multimillonario. A través de su agencia, Meliá Sinisterra contribuyó a atraer turismo extranjero a la vez que estimulaba la demanda nacional, sobre todo, con su gran invento: el viaje de bodas a Mallorca. Como complemento a su turoperador, el valenciano desarrolló la idea de crear una cadena de hoteles, e inauguró su primer establecimiento en Mallorca en 1955. El impulso definitivo llegó de la mano del dictador Francisco Franco, cuyo gobierno tecnócrata lanzó, en 1959, el Plan de Estabilización.

Esta iniciativa supuso la apertura de España, hasta entonces un país aislado y autárquico, a la industria turística y a los mercados internacionales. Y Meliá Sinisterra se encontraba bien posicionado. No solo contaba con su agencia, Viajes Meliá, y su incipiente red de hoteles. El empresario era “habitual del círculo íntimo de Franco“, sostiene el periodista Mariano Sánchez Soler. A finales de la década de los 60 y principios de los 70, las autoridades municipales de Alicante aprobaron una operación urbanística que permitió la construcción del Aparthotel Meliá, situado entre la zona portuaria y la playa del Postiguet. “Toda una lección de cómo se puede privatizar y arrebatar a la ciudad una de sus más emblemáticas fachadas marítimas, cambiando leyes, torciendo voluntades y prevaricando en un tiempo en que semejante palabra sonaba a ciencia ficción”, añade Sánchez Soler en un texto publicado hace algunos años en el diario El País.

Pero los tentáculos de Meliá no se quedaron en España, sino que amplió su negocio a otras partes del mundo y abrió hoteles en Venezuela, México, Puerto Rico o Canadá. Ya en los años 60, la compañía facturaba 90.000 millones de pesetas de la época y contaba con cerca de 6.000 trabajadores, según desgrana Eugenio Torres en su libro Cien empresarios madrileños (LID Editorial).

La crisis del petróleo

Con el cambio de década llegó la crisis  del petróleo en 1973, un envite demasiado extremo para la gran empresa formada por Meliá. La actividad inmobiliaria del grupo se vio afectada y la dependencia de la red de hoteles de esta división provocó el endeudamiento con el Banco Coca, absorbido a posteriori por Banesto. Finalmente, esta entidad bancaria se hizo con el control de Meliá en 1978.

Tras la venta al italiano Giancarlo Paretti, en 1987, el hotelero mallorquín Gabriel Escarrer tomó las riendas de la empresa y creó el grupo Sol Meliá. Escarrer había iniciado su actividad en 1956 con el Hotel Altair, en Mallorca, creando su propia red de establecimientos. Una de sus operaciones más importantes fue la compra de 32 hoteles de la cadena Hotasa, propiedad de la familia Ruiz-Mateos.

Con Escarrer, Sol Meliá vivió una etapa de internacionalización. La cadena se expandió por Latinoamérica, el sureste asiático y otros países europeos. Lo cierto es que Gabriel Escarrer, una de las mayores fortunas de España, nunca ha descuidado sus intereses y siempre ha sabido relacionarse con sectores estratégicos para el turismo. Amigo del rey Juan Carlos I y muy próximo durante años al expresidente balear Jaume Matas, condenado por el caso Nóos, en el Consejo de Administración de su multinacional se sienta, entre otros, Francisco Javier Campo García. Este consejero preside la Asociación Española de Gran Consumo (AECOC) y también pertenece al Consejo de Administración de Bankia. Hasta hace algunos años, Escarrer también contó en su consejo con Amparo Moraleda, expresidenta de IBM para España, Portugal, Grecia, Israel y Turquía.

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Las puertas giratorias en Endesa

Central nuclear de Endesa en Vandellós, Tarragona. Foto: Endesa.

De baluarte para políticos y amigos de los diferentes Gobiernos de España a quedar gestionada prácticamente desde Italia. El consejo de administración de Endesa ha evolucionado con los cambios que la economía española ha sufrido en los últimos 40 años: el control estatal de gran parte del tejido industrial español en los años 70 y 80, su paulatina privatización en los 90 y la entrada y dominio del capital extranjero en la última década.

En este sentido, Endesa ha pasado de ser un gran grupo eléctrico español, una de las empresas públicas más rentables del Estado y una opción para los Gobiernos de controlar un sector estratégico a través de sus consejeros a estar integrada en la empresa semipública de electricidad de Italia, Enel. Esto ha conllevado sustituir los antiguos clanes españoles (Solchaga, Aznar) por un lobby italiano liderado por el presidente de Endesa, Borja Prado –a su vez consejero en Mediaset, propiedad de Silvio Berlusconi–.

En esta sucesión de camarillas, la última decisión llegada de Italia, según fuentes consultadas, ha sido disolver los consejos regionales que Endesa tenía en España, en donde aún permanecían políticos y miembros de Gobiernos autonómicos. Entre las puertas giratorias más destacadas de los últimos años, resaltamos estos 33 nombres: