Los tonos amarillos se han apoderado del campo en Peraleda de la Mata (Cáceres). Hay que recorrer muchos metros para encontrar un cambio cromático. El verde del maíz contrasta con el marrón del terruño muerto de la parcela adyacente. Pero detrás de ese color se esconde una derrota para quienes han trabajado esas tierras.
“El maíz tenía que estar el doble de alto de lo que está. Y mira cómo está. Esto no vale nada”. Mientras toca las hojas de las plantas, José Antonio Pérez se queja del tamaño del cultivo, muy mermado a estas alturas del verano debido a la falta de agua: “Iberdrola es la culpable de que no pudiésemos regar en el momento en el que el maíz lo necesitaba para crecer. Y así está. Es un desastre”.
Hay rabia en sus palabras, pero también tristeza. No es su senara, la suya está un poco más allá. Esta tierra es del “vecino Juan”, que se está planteando si volver a sembrar el año que viene. “El año pasado, en esta parcela se sacaron 80-90 toneladas de forraje en verde. Y este año no va a llegar ni a las 30”, explica Pérez. Él y su plantación de tabaco se han convertido en un oasis en mitad de hectáreas y hectáreas de regadío que han sido abandonadas al secano.