Los CEOs de BG Group, BP, Eni, Pemex, Saudi Aramco, Statoil, Total y Repsol en un evento organizado por la OGCI. Foto: OGCI.Los CEOs de BG Group, BP, Eni, Pemex, Saudi Aramco, Statoil, Total y Repsol en un evento organizado por la OGCI. Foto: OGCI.

Repsol y el ‘lobby’ del petróleo cierran filas sobre su impacto en el clima

Más allá de la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, la otra gran baza de Repsol en su discurso eco es reivindicar las alianzas internacionales suscritas con otras empresas de combustibles fósiles, a pesar de que diversos estudios las señalan como las principales causantes del calentamiento global. Y si hay una que resulta especialmente contradictoria con los esfuerzos para mitigar el cambio climático es la Oil and Gas Climate Initiative (OGCI), una coalición en la que la multinacional española figura junto a otras nueve productoras de hidrocarburos: Petrobras, Pemex, Equinor, BP, Eni, Shell, Total, Corporación Nacional de Petróleo de China (CNPC) y Saudi Aramco.

Según el último estudio Carbon Majors, elaborado por la organización independiente sin ánimo de lucro Carbon Disclosure Project (CDP) y publicado en julio de 2017, en el mundo hay 100 empresas que causan el 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global. La clasificación está repleta de compañías de petróleo, gas y carbón, entre ellas las que conforman la OGCI, que copan los primeros puestos y representan casi el 20% de las emisiones. Aramco, Pemex, Shell, CNPC y BP figuran en el top 11; Total y Eni se sitúan entre las 30 peores; mientras que Repsol ocupa el puesto número 45 —con un 0,3% de las emisiones— y su filial YPF la posición 69, con un 0,2%.

El informe de resultados culpa directamente a «un pequeño grupo de productores de combustibles fósiles» de provocar un «cambio sistémico en las emisiones de carbono». Incluso va más allá al afirmar que si se mantiene este ritmo de extracción durante los próximos 28 años, la temperatura media del planeta subirá unos cuatro grados hasta final de siglo, es decir, más del doble que el objetivo establecido en el Acuerdo de París. A su juicio, esto provocaría efectos como la extinción de especies y la escasez de alimentos.

Además de las conclusiones de este estudio, las empresas energéticas que conforman la OGCI acumulan multitud de escándalos y denuncias por daños ambientales asociados a sus operaciones de prospección, extracción, transporte y producción de petróleo y gas, lo que pone en cuestión la idoneidad de que un conglomerado de este tipo se posicione como ejemplo de compromiso ambiental.

Uno de los últimos casos lo han protagonizado la francesa Total, la británica BP y la brasileña Petrobras, todas ellas asociadas con Repsol en la OGCI. El año pasado, Greenpeace anunció a modo de denuncia el descubrimiento de un arrecife de coral en la desembocadura del río Amazonas, una zona al norte de Brasil en la que estas empresas buscan petróleo.

Los riesgos de contaminación llevaron al Instituto Brasileño de Medio Ambiente (Ibama) a analizar con detenimiento el estudio de impacto ambiental, lo que llevó al gobierno brasileño a suspender la licitación de las actividades hasta 2019.

Otro varapalo sufrido en 2018 por la OGCI fue la demanda interpuesta por la ciudad de Nueva York contra algunas petroleras, entre ellas Shell y BP, para reclamar compensaciones por su contribución al cambio climático y los daños causados por las catástrofes ambientales. Además, las autoridades neoyorquinas anunciaron que dejarán de invertir en combustibles fósiles con dinero de los fondos públicos de pensiones.

La Marea ha contactado con la dirección de la OGCI para conocer su opinión respecto a todas estas polémicas. «El cambio climático es un desafío global y reconocemos que la industria del petróleo y el gas tiene un papel vital que desempeñar», expresa el consorcio a través de una portavoz. E insiste en que se trata de «una iniciativa voluntaria, dirigida por los CEO de 10 compañías y que busca liderar la acción de nuestra industria para entregar y utilizar con menos emisiones los productos y servicios que suministramos».

Escándalos aparte, el objetivo de esta agrupación petrolera y gasística es, según el informe de sostenibilidad de Repsol, «colaborar en el ámbito de la acción climática, compartiendo mejores prácticas y soluciones tecnológicas». El documento destaca la creación en 2016 de un «fondo de la OGCI que invertirá 1.000 millones de dólares en 10 años» para desarrollar y acelerar el despliegue comercial de nuevas tecnologías destinadas a la captura y almacenamiento de carbono, la disminución de emisiones de metano y la eficiencia energética».

¿Cuánto dinero aporta Repsol a este fondo de 1.000 millones? «Repsol contribuye con la misma cantidad que el resto de compañías que lo integran», contesta la multinacional española, que remite al consorcio para obtener más información sobre las inversiones económicas.

En la página web oficial de la OGCI figuran cuatro proyectos en marcha con financiación procedente de esta hucha conjunta. La primera inversión fue para el diseño de una planta energética de gas basada en la captura y almacenamiento de carbono. Le siguieron Solidia Technologies y Achates Power: la primera de ellas es una empresa que fabrica cemento y hormigón con menos emisiones y un consumo reducido de agua, mientras que la segunda se dedica a diseñar motores más eficientes para automóviles. La última apuesta hasta la fecha es Econic Technologies, que aprovecha el CO2 como materia prima para la fabricación de poliuretanos y reducir de esta forma la huella de carbono.

En ninguno de los casos hay información sobre el montante económico de las inversiones. La respuesta que la OGCI ha trasladado a La Marea sobre esta cuestión se limita a señalar que es información «confidencial».

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Cecilio Galdón


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