Planta de extracción de Repsol en Alaska. Foto: Repsol.Planta de extracción de Repsol en Alaska. Foto: Repsol.

Lo que el petróleo de Repsol esconde

Las compañías energéticas son las más contaminantes de España y Repsol ocupa la tercera posición en esa clasificación. Sus emisiones de gases de efecto invernadero representan el 3% de todas las que se producen a nivel nacional, según el Observatorio de la Sostenibilidad, a partir de datos de 2017 recopilados en el Registro Nacional de Emisiones (RENADE). Solo Endesa y Naturgy (antigua Gas Natural Fenosa) presentan peores números.

A pesar de ello y de las evidencias científicas sobre el impacto de los combustibles fósiles en el cambio climático, la petrolera mantiene su discurso de ser ecológicamente sostenible. Para llevar a cabo esta estrategia, Repsol emplea todos los medios y soportes a su alcance, en especial el Informe de Sostenibilidad que elabora cada año. En su última edición, destaca una vez más su buen desempeño en materia medioambiental. Dentro de las medidas adoptadas, la que más protagonismo acapara en el apartado de cambio climático es la reducción de emisiones que acomete la compañía desde hace años.

Entre 2006 y 2016, las operaciones de Repsol redujeron en 4,3 millones de toneladas la emisión de CO2 y otros gases a la atmósfera. Para lograrlo, sus responsables aseguran haber invertido 357 millones de euros desde 2010, lo que supone el 70% del total de 500 millones comprometidos hasta 2020. Según las cifras oficiales que Repsol hace públicas, en 2016 emitió más de 25 millones de toneladas de gases, sobre todo dióxido de carbono, metano (CH4) y óxido de nitrógeno (N2O). Pero la letra pequeña advierte de que los datos de emisiones y consumo energético que aparecen publicados no se corresponden necesariamente con los reales, ya que son provisionales y están sujetos a un proceso de verificación independiente que finaliza varios meses después de publicarse el informe.

Las cifras definitivas se publican posteriormente «en la página web de la compañía», confirma Repsol, sin ofrecer más detalles al respecto. El responsable de Energía y Cambio Climático de Greenpeace, José Luis García, critica cómo se utilizan estos datos. «Es hipocresía y la realidad no tiene nada que ver con eso, al igual que es mentira que respeten el Acuerdo de París. La reducción de emisiones se da en la fase de producción, pero lo que más contribuye al cambio climático es el uso del producto final. Ponen en circulación algo que posteriormente será quemado, contaminará y producirá problemas en el clima», denuncia.

Desde el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), su director de conservación, Enrique Segovia, apunta que «es como si una tabacalera presumiera de ayudar a la salud pública», al tiempo que considera insuficiente limitar a dos grados el aumento de la temperatura en el planeta. «Debemos ser más ambiciosos y limitarlo a 1,5 grados porque supone una diferencia inmensa, y es lo que plantea el Acuerdo de París. Para lograrlo, la ciencia nos demuestra que debemos dejar bajo tierra el 80% de las reservas conocidas de combustibles fósiles y acelerar con urgencia la transición hacia las renovables», asevera.

INCOHERENCIAS
«No es justificable que un modelo de negocio que debe desaparecer se presente como sostenible. Hay que frenar la publicidad y el lavado verde de imagen de estas empresas, también en las participaciones público-privadas y en la Plataforma de Acción Climática», reivindica por otro lado el coordinador de clima y energía de Ecologistas en Acción, Javier Andaluz.

Por su parte, y de nuevo a través de su propio informe, Repsol defiende que las acciones llevadas a cabo para mitigar los efectos del calentamiento global son «coherentes» con el objetivo de que la temperatura de la Tierra no aumente este siglo por encima de los dos grados centígrados respecto a los valores preindustriales. La petrolera, además, pone en valor el hecho de ser una de las empresas firmantes del documento Paris Pledge for Action, que se traduce en un apoyo al Acuerdo de París. Además, forma parte de la Oil and Gas Climate Initiative (OGCI), una coalición internacional de empresas del sector para colaborar en el ámbito de la acción por el clima.

«Trabajamos en soluciones que permitan a la sociedad disfrutar de un futuro sostenible con bajas emisiones», con el objetivo de «ser parte activa de la solución al cambio climático», resalta el informe, que recoge también declaraciones de su consejero delegado, el ex político vasco Josu Jon Imaz: «Apostamos de forma decidida y continuada por la sostenibilidad. Es imprescindible para generar valor hoy y en el futuro».

Precisamente de cara al futuro, Repsol parece tener clara su apuesta, que se divide en tres grandes líneas de trabajo: mejorar la eficiencia energética mediante el desarrollo de nuevas tecnologías; profundizar en la captura y almacenamiento de carbono; y seguir potenciando el gas natural, una fuente de energía más limpia que el petróleo pero que no deja de ser otro combustible fósil, contaminante y no renovable.

El ingeniero industrial Jorge Morales de Labra es experto en la rama energética y autor del libro Adiós, petróleo (Alianza Editorial). Como firme defensor de las energías limpias, critica que Repsol presuma de sostenibilidad cuando «sus informes dejan mucho que desear». En su opinión, el balance general de aportación al cambio climático es «netamente negativo», ya que se trata de «una compañía que se lucra siendo una de las principales productoras de gases de efecto invernadero». «Producir de forma más eficiente, con menos consumo energético y contaminando menos puede significar que las cosas se están haciendo mejor que antes. Pero desde luego no implica que se estén haciendo bien», puntualiza.

LA HORA DE LAS RENOVABLES
Morales de Labra cree que para combatir de verdad el cambio climático «solo hay un camino y es el de consumir menos petróleo. Eso va en contra del negocio de Repsol y de cualquier otra petrolera. Solo se podrían considerar sostenibles y comprometidas con la causa ambiental si destinaran todos los beneficios que han obtenido y acumulado durante tantos años por la venta del petróleo al desarrollo y la implantación de energías renovables. Ninguna en el mundo lo hace», sentencia. Por último, este experto denuncia que las empresas del sector de los combustibles fósiles «llevan muchos años engañando a la población y financiando estudios negacionistas del cambio climático que presentan conclusiones incorrectas, con el único objetivo de perpetuar su negocio en el tiempo».

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Cecilio Galdón


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