Un trabajo de José Bautista para Grupo Caso Castor y La Marea
Dos de marzo de 2019. Periodistas y clase política han ido subiendo el tono a medida que se acercan las elecciones a la presidencia española, pero esa noche aparcan sus diferencias. El ‘césar’ está cerca y es sabido que agradece la serenidad y el respeto. Los allí presentes coinciden en que lucen bronceado en los albores de la primavera y responden a sus llamadas con el mismo título: “presidente”. Entre los asistentes, solo se saltan esa costumbre el ex primer ministro José María Aznar, del conservador Partido Popular (PP); el Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, el socialdemócrata del PSOE Josep Borrell; su predecesor, el conservador José Manuel García Margallo; y la exministra y multiempresaria Isabel Tocino (PP).
Ese día, los invitados del Partido Popular y el propio Florentino Pérez han recibido una buena noticia: varios ex altos cargos del PP y el propio presidente del Real Madrid habían sido llamados a comparecer ante el Parlamento por el caso Bárcenas –que investiga la presunta financiación irregular del PP–, pero finalmente este partido y el PSOE, con el que se han alternado en el poder durante décadas, votaron en contra. ACS, la multinacional de obras que preside Florentino Pérez, según los manuscritos de Luis Bárcenas, extesorero del PP, hizo donaciones a esta formación política, unos hechos que el empresario niega.
El Real Madrid juega en casa contra el F.C. Barcelona, su gran rival en la liga española. “Soy poderoso en la medida que soy presidente del Real Madrid. Si mañana me voy, ya no soy poderoso”, admitió Florentino Pérez al periodista Jordi Évole, uno de los más influyentes en el país. Reconoció de ese modo lo que muchos de sus rivales señalaban en distintos foros, como el fallecido Jesús Gil, otro polémico empresario que fue presidente del segundo gran equipo de fútbol de Madrid y al que HBO ha dedicado una serie. Gil sostenía que el palco del estadio de fútbol Santiago Bernabéu, la casa del Real Madrid, «cumple en democracia la función de las cacerías de Franco en la dictadura»: un lugar simpático, íntimo y a la vez vistoso para hacer negocios.
Una persona de confianza del constructor asegura que lo de cerrar negocios en esa tribuna es un tópico manido, que no es cierto. Allí se va a disfrutar y a compartir. E incluso se puede entrar sin corbata. Florentino Pérez suprimió la obligación de portar dicha prenda después de que Cándido Méndez, por entonces secretario general de UGT, el mayor sindicato de España, tuviera problemas para entrar por no ir encorbatado. El antiguo líder UGT confirma esta anécdota a La Marea y señala que siente “respeto y afecto” por el presidente del Real Madrid. No es el único líder sindical que frecuenta el palco del Bernabéu, donde disponer de una localidad VIP individual supone un desembolso mínimo de 5.000 euros anuales. Alguno de ellos, como el ex dirigente de CCOO José Luis Sánchez García, incluso ha acabado integrándose en el club, en su caso como directivo del Real Madrid.
También disfrutan del derby que más expectación despierta en España destacados líderes de los medios de comunicación. Ese 3 de marzo están junto a Floren, como se le conoce popularmente, Juan Luis Cebrián, hasta poco antes el mandamás de Grupo PRISA –el conglomerado que controla algunos de los principales medios españoles, entre ellos El País, la SER y Cinco Días–, Casimiro García-Abadillo (director de El Independiente y exdirector de El Mundo), Federico Jiménez Losantos (esRadio) y otros destacados periodistas de tendencias y líneas editoriales muy distintas. Da cuenta de los asistentes al palco El Confidencial, uno de los pocos medios nacionales que osa publicar informaciones incómodas sobre Florentino Pérez, como la entrevista que realizó en septiembre de 2019 a Ramón Calderón, expresidente del Real Madrid y objetivo a destruir del constructor durante varios años.
Suena el silbato, fin del encuentro. El Madrid pierde por un gol ante el Barça. La derrota marca un nuevo episodio en la mala racha del empresario. La grada pide su cabeza (“Florentino culpable”); él, discreto, calculador, de mirada larga, sabe que aún queda partido. Unos días después de aquella derrota, el Tribunal Supremo le dio la razón sobre los cambios en los estatutos que rigen el funcionamiento del conjunto blanco: si alguien quiere derrocarlo, tendrá que acreditar al menos 20 años como socio y un aval equivalente al 15% del gasto anual del club (en torno a 700 millones de euros).
Florentino Pérez carece de dotes de orador, pero todas las fuentes consultadas mencionan el poder seductor que despliega en la intimidad. Despacha igual en las dependencias de un hotel de lujo que ante un menú de carretera con entrante y plato combinado, según explica la persona que dirige uno de los principales diarios de España. Dicen que Pérez domina el arte de agradecer, es capaz de negar lo evidente, no perdona ni olvida y es, simplemente, pragmático. En las últimas décadas, sus decisiones han transformado el paisaje urbano de España y más allá. Pero hay personas y gestos que le acompañan intactos desde antes de que su nombre saltara al estrellato.
Entre los diez hombres más adinerados de España y uno de los 1.000 más ricos del planeta, con una fortuna estimada en 1.841 millones de euros, Florentino Pérez asegura no saber “disfrutar el dinero”. Al rey Juan Carlos le gusta hablar de fútbol con él. También a Silvio Berlusconi, ex premier italiano y antiguo dueño del Milán, explica Juan Carlos Escudier en el libro Florentino Pérez: retrato en blanco y negro de un conseguidor (Foca, 2005). Antes solía veranear en Mallorca, pero dejó de hacerlo tras la muerte de su esposa.
Uno más en el consistorio madrileño
Florentino Eduardo Pérez Rodríguez (1947) nació en una familia de clase media que regentaba una droguería. En casa le inculcaron la “cultura del esfuerzo”, según explicó él mismo a la revista Forbes. Cuando terminó sus estudios en una escuela católica privada, decidió cursar Ingeniería de Caminos. En su época universitaria vendía apuntes y no imaginaba que décadas después se convertiría en uno de los empresarios más influyentes, controvertidos y misteriosos de su generación.
Nada más graduarse en 1976, emprendió un efímero periplo editorial junto a un amigo y lanzó Guía del ocio, una imitación de la revista francesa sobre cine Pariscope. Su olfato para los negocios y su amor por el cine se unieron por primera vez. Entre sus colaboradores figuraban el crítico Carlos Boyero, uno de los más destacados de España, así como el periodista Arsenio Escolar y el oscarizado director de cine Fernando Trueba, por entonces desconocido. Aquel primer contacto con el mundo editorial otorgó a Florentino Pérez un aprendizaje clave sobre los medios y el poder de la información, dos constantes vitales en su trayectoria.
El primer salto notable vino de la mano de Juan de Arespacochaga, su primer mentor, un dirigente franquista que llegó a alcalde de Madrid –a propuesta del exministro franquista y por entonces vicepresidente Manuel Fraga, y por decisión del rey Juan Carlos–. Arespacochaga primero movió cables –según relata Escudier y confirma un veterano exfuncionario del consistorio madrileño– para que el joven ingeniero obtuviera un cargo en el lobby constructor que es la Asociación Española de la Carretera, un valioso bebedero de contactos que le granjeó la amistad de empresarios, sindicalistas y hasta asociaciones vecinales, sobre las que da cuenta Juan Carlos Escudier en el libro Florentino Pérez: retrato en blanco y negro.
Después, Arespacochaga le nombró delegado de Saneamiento en el ayuntamiento de la capital española. Florentino Pérez tenía 29 años. Un técnico del consistorio madrileño que le trató en ese periodo señala que el empresario “ha sido un poder en el Ayuntamiento de Madrid desde que terminó la carrera”, aunque también matiza que fue él quien puso en marcha el primer plan de saneamiento integral de la capital, que sentó las bases para devolverle el brillo al entonces putrefacto río Manzanares. “Digamos que pilotó los patos de [el alcalde] Tierno Galván”, explica el técnico bajo anonimato, condición que piden la mayoría de las fuentes que acceden a hablar con La Marea sobre el constructor.
Cuenta una persona de su máxima confianza que en aquel tiempo el Partido Comunista de España (PCE) le rogó ayuda -y Florentino Pérez se la otorgó- para que el Ayuntamiento permitiera a los comunistas celebrar su fiesta anual en la Casa de Campo, el Central Park de Madrid. La anécdota muestra el carácter versátil de Florentino Pérez desde su juventud. También su hermano, Enrique Pérez, es un rostro conocido en el consistorio de Madrid, tanto que hasta ha jugado a la Lotería de Navidad que organizan los funcionarios.
Amigos y detractores del presidente de ACS coinciden en que este sabe devolver los favores. Años después, cuando Arespacochaga aparcó su carrera política y dejó el Senado, su pupilo, reconvertido en un prometedor empresario, le dio un asiento bien remunerado en el consejo de Cobra, una de sus empresas con mayor actividad internacional y también más polémica.
Tras el ayuntamiento, Florentino Pérez obtuvo un cargo de responsabilidad en el Ministerio de Agricultura, en el área de Infraestructuras. Por entonces, era beligerante con los socialdemócratas del PSOE y se atribuía dotes para combatir la corrupción. En esa época, además de lograr importantes contactos, también se genera el interés del joven ingeniero por el mundo de la política. Es entonces cuando se une a la formación del Partido Reformista Democrático de Miquel Roca, uno de los padres de la Constitución española, y del prestigioso abogado Antonio Garrigues Walker.
La aventura terminó en batacazo electoral y el partido apenas tuvo actividad entre 1983 y 1986. Florentino Pérez se despidió de la política institucional y se metió de lleno en el mundo de los negocios y la construcción. La política “fue su gran pasión frustrada”, coinciden varios allegados. Sin embargo, siempre se ha mantenido bastante cerca de la clase política y mantiene buenas relaciones con miembros de prácticamente todos los partidos políticos.
Junto a su amigo Juan Torres, de la época del Ayuntamiento de Madrid, y con la ayuda del Banco Urquijo y otros ingenieros, a principios de los 1980 Pérez compró primero Construcciones Padrós, y después Obras y Construcciones Industriales S.A. (Ocisa), ambas por un precio simbólico: una peseta. Ya en esa aventura asomaban otros nombres célebres del ámbito público, como el de Pedro López Jiménez, ex subsecretario de Obras Públicas, y el de uno de los especialistas en la compra-venta de empresas más conocidos de España, José María Loizaga, hombre de confianza de cabecera de Florentino Pérez desde entonces (título que ahora comparte con el empresario Marcelino Fernández, ahora consejero delegado de Hochtief, la constructora alemana bajo control de Florentino Pérez desde 2016).
«¡Conoce a tus multimillonarios!» es un retrato de Europa a través de sus más ricos: cómo construyeron su riqueza y cómo la utilizan. Una historia sobre el aumento de la desigualdad y una democracia debilitada. Una publicación de la red ENCO (Red Europea de Observatorios de Transnacionales) que auna colectivos de sociedad civil y organizaciones de medios. Lee los otros artículos dedicados Florentino Pérez: